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Golpe a partida doble: La economía peruana ante un shock sin precedentes

Escrito por Aracely Montes


Eventualmente las personas optamos por fijar nuestra atención, con cierta incertidumbre, en lo que nos deparará el futuro y hoy no es la excepción, pero muy bien podríamos dar la vuelta, mirar atrás y lograr un panorama mucho más claro y amplio. Hoy revoco la frase de Guillermo Cabrera que marcó mi infancia: “Los que no conocen el pasado están obligados a ir ciegos hacia el futuro”.


A través de la historia, nuestra economía viene enfrentado continuas fluctuaciones económicas, pero contados son aquellos períodos de auge y sobre todo los de crisis que ha enfrentado nuestra economía peruana. Estas mismas crisis son las que marcaron épocas de incertidumbre y terror en nuestra población y a su vez, de aprendizaje y reflexión lo cual hace imperdonable restarles importancias e incluso peor, olvidarlas.


Hoy, nuestro panorama se torna gris, otra vez. La pandemia generada por el COVID-19 nos golpea y a partida doble, enfrentándonos a un shock de oferta y demanda. Pese a los esfuerzos y la rápida intervención del estado es inevitable no notar las deficiencias en las decisiones tomadas debido a nuestra estructura socioeconómica que la complica, por lo que demás esta mencionar las más de 11 millones de personas que se desenvuelven en la informalidad o el precario sistema de salud que nos caracteriza.


Si hacemos un flashback y nos remontamos a la década de los ochenta, más conocida como la “década perdida” denomina así por la Comisión económica para América latina (CEPAL), nos hallaremos en una de las décadas más marcadas por una profunda crisis económica que llegó a afectar a América Latina y escribió una época desastrosa para la historia peruana. De esta forma, pasaremos a entender la semejanza que podemos encontrar con el panorama actual. El economista Waldo Mendoza Bellido menciona:

“En 1983 la economía peruana enfrento dos choques durísimos… Por un lado, la crisis de la deuda, provocada por la elevación de la tasa de interés en 1981-1982 en los Estados Unidos, la mayor en la historia contemporánea. Por otro lado, tuvimos el fenómeno del Niño más grande del último medio siglo”


Enfoquémonos entonces en el período de recesión que se vivió en el segundo gobierno de Belaunde (1980-1985) donde se perdió la estabilidad macroeconómica y fuimos golpeados por un shock externo adverso lo cual nos llevó a hundirnos en una crisis de deuda externa latinoamericana sumando a esta el choque interno ya mencionado, fenómeno del niño que tuvo lugar en el 83, que afectó fuertemente al sector infraestructura. Estos choques de oferta y demanda que experimentó el país hicieron que la tasa de crecimiento de PBI tuviera una contracción de 10.6 %, déficit de 11,6% y la inflación se elevara de 73% a 125% y las reservas internacionales bajaron a US$ 1800 según memorias del BCR.


Para una mayor claridad cabe asociar este período de recesión con un incremento de la tasa de inflación y devaluación, un incremento del tipo de cambio real, una caída del gasto público y del crédito real, y una caída de la capacidad de importación por lo cual es pertinente destacar que estos son períodos crisis de balanza de pagos que, en el mayor de los casos, conviven con un déficit de balanza comercial.


Ahora logramos vislumbrar los shocks que viene golpeando la economía peruana de forma descentralizada; por la demanda buscando romper la cadena de transmisión del virus mediante el aislamiento social obligatorio dictado por el gobierno lo cual limita la interacción activa en los mercados tanto nacionales como internacionales, esto es preocupante ya que el consumo representa el 65% del PBI ; y por la oferta, ya que impide que los trabajadores puedan asistir a sus centros de labor por lo que la producción de bienes y servicios disminuyen drásticamente, en este contexto existe también un impacto negativo sobre las inversiones. Ante esto el gobierno busca medias de solución para no caer en el “circulo vicioso” que menciona el economista Carlos Ganoza:

“El shock de oferta amplifica el shock de demanda y genera una espiral negativa nefasta para las empresas y hogares”.


Si bien, estos shocks comparten un panorama “desalentador”, no podemos obviar el manejo de las políticas macrofiscales y las estrategias que se ejecutaron en la década de los 80’ como fue el plan Brandy que nos ayudó a salir de la crisis de deuda externa teniendo, incluso, un gran déficit fiscal y sin contar con respaldo financiero ya que teníamos reservas internacionales negativas. Hoy, todo lo contrario, la economía peruana es respaldado por una gran disciplina fiscal, un sólido crecimiento macroeconómico y un buen manejo del endeudamiento por parte del estado peruano durante el último siglo permitiéndonos disponer de los ahorros sin escatimar gastos. Esta solidez se evidencia en la venta de bonos que llegó a tener una demanda de 25 mil millones a tasas de interés muy bajas (bonos de 5 años a 2.39% y a los 10 años a 2.78%) resaltando una gran confianza por parte de los inversionistas lo cual nos ayuda a guardar el confinamiento con poco de tranquilidad y esperanza.


Entonces, ¿Cuál es la estrategia que opta el estado para salvar a nuestra economía ante este nuevo choque? ¿Es acertada para este panorama?


Como hemos ido evidenciando, el estado ha venido desarrollando medidas económicas para combatir la crisis socioeconómica, esta estrategia busca destinar un monto equivalente al 12% del PBI el cual asciende a US$217.000 y consta de dos etapas: contención y reactivación. Dándole mayor énfasis a la primera ya que busca proteger el empleo y salir de la crisis para pasar a la reactivación.


La etapa de contención desembolsa 30 mil millones aprox de soles destinados al fortalecimiento del sistema de salud con S/ 2 690 millones (0.4% del PBI), los subsidios de las personas vulnerables con S/ 20 769 millones (2,7% del PBI) y las micro y pequeñas empresas para brindar liquidez con S/ 12 940 millones (1,7% del PBI). Asimismo, la etapa de reactivación busca asegurar la continuidad de la cadena de pagos para la cual se desembolsa S/ 30,800 millones de soles, de las cuales se destina S/ 30 000 millones para Reactiva Perú con tasas cercanas a cero y S/ 800 millones al Fondo de Apoyo Empresarial-Mype. Si bien, se busca estimular el gasto público a través de la inversión y el privado mediante el consumo, se requiere poner mayor atención sobre las entidades financieras. Tal y como lo menciona Luis Carranza Ugarte, presidente ejecutivo del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF)

“Se requiere solidez de los sistemas financieros porque, si son afectados, se convierten en propagadores y amplificadores de las crisis”


Hasta ahora se ha visto una repuesta prudente por parte del ejecutivo que viene generando confianza y esperanza mediante estrategias socioeconómicas y un comportamiento inclusivo considerando los aportes de economistas, ex ministros y expertos en el tema, todo en aras de superar la recesión causada por la pandemia con el menor costo humano y económico posible. Si bien el Perú cuenta con los instrumentos necesarios para hacer frente a este shock externo ahora es más pertinente tener en cuenta los conocimientos de Paul Krugman dándole la debida importancia a la implementación de buenas políticas macroeconómicas para sobreponer la economía en el menor tiempo posible y así lograr ver con claridad y esperanza el futuro cercano.


 

REFERENCIAS


FLUCTUACIONES ECONOMICAS Y SHOCKS EXTERNOS, PERU 1950-1996 Oscar Dancourt, Waldo Mendoza y Leopoldo Vilcapoma Setiembre, 1997


RELACIONES FINACIERAS INTERNACIONALES Y ESTABILIZACION: UNA PROPUESTA PARA EL MANEJO DE LA DEUDA EXTERNA PERUANA (GRADE) – Felipe Larraín, jeffery Sachs. Marzo, 1991


2020: El espejo de 1983 por Waldo Mendoza Bellido


Plan Económico para la contención y reactivación económica frente al COVID-19 ha implementado medidas por S/ 67 199 millones – MINISTERIO DE ECONOMIA Y FINAZAS


Memorias del BCR

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